La alegría muda de Mario

Hoy, 31 de mayo de 2011, día en el que se empieza a publicar este blog, soy más feliz que hace un año. Mi niño Mario tiene autismo pero mirarle a los ojos cada mañana es una bendición.



viernes, 15 de julio de 2011

La frustración


He empezado a pedir a Mario que me mire cuando quiere algo. No estoy segura de que pedirle que haga algo que no le nace espontáneamente sea bueno. Pero igual que hay gente que hace deporte, aunque no le apetezca, porque tiene como consecuencia sentirse bien y estar en forma, creo que “practicar el mirar” puede ser bueno para él y los microsegundos de contacto visual le pueden dejar poso. Además, en todo lo que leo, el contacto visual es clave para cualquier desarrollo posterior en positivo. Eso sí, yo tengo que esforzarme por mostrar, cuando mira, alegría y entusiasmo infinito, para que Mario se sienta recompensado y le apetezca volver a mirar.

Aunque estamos en un sitio de playa, casi no la pisamos. Salimos de casa todos los días armados con todos los artilugios: toallas, sombrilla, cubo y pala…pero Mario en la playa se aburre horrores así que llegamos, dejamos todos los bolsos y solemos tomar direcciones opuestas, mi marido con la petite a pasear para que duerma su siesta mañanera y yo con Mario…hacia donde quiera dirigirse.

Hoy he intentando quedarnos un rato en la arena: hemos jugado un par de minutos a enterrar sus pies, después a salpicar con el agua y ya quería irse de la playa hacia destino desconocido. Como he intentado evitarlo, se ha sentado debajo de la sombrilla a mirar al infinito. Me he sentado a su lado y se ha cambiado de sitio. Ha empezado a jugar un poco con la arena y yo a imitarle. Entonces se ha dado la vuelta y se ha quedado de espaldas. No había forma de entrar en su juego. Y si no entro, no se conecta, y si no está conectado no aprende, y si no aprende yo me siento fatal. Es muy frustrante.

Soy consciente de que muchas veces estoy olvidando que mi insistencia para que aprenda tiene que tener el único objetivo de que él sea más feliz y no de que se parezca más a los niños sanos. Tiene autismo. Nunca va a ser un niño normal. Tengo que aceptarlo. La frustración va con el pack, salvo que yo misma haga algo para no sentirla.

Más vale que días “malos” están casi siempre motivados en el fondo por otras causas, que me hacen estar más débil y menos luchadora, pero es una cosa puntual y se me pasa volando. ¡Yo me ocupo!

¡Qué día más bonito hace hoy!

3 comentarios:

  1. Mucho ánimo. Yo también tengo muchos momentos de frustración cuando preparo alguna actividad y Javier no quiere participar. O cuando le voy a recoger a la guarde con toda mi ilusión y "me la monta" al salir, con una rabieta monumental, o me pega ante la mirada de incomprensión de los otros padres y sus miradas que dicen: "menudo niño, si fuera mi hijo le pondría recto como una vela". Está claro que va en el pack. Por suerte, son muchos más los momentos de felicidad, de abrazos espontáneos y de su "afecto desordenado", según dicen los psicólogos. ¡Son unos benditos!

    ResponderEliminar
  2. Te mando muchos animos y felicitaciones por este blog tan estupendo que tienes.

    Desde hoy te sigo y te animo a conocerme en http://creciendocondavid.blogspot.com/

    Besos.

    ResponderEliminar
  3. ¿Acaso con los niños normales no tenemos momentos pésimos?
    ¿Acaso las diferencias no son enriquecedoras?
    El hecho de tener un hijo autista te está dando una oportunidad de ser especial tu también, de ser más completa incluso de lo que te imaginabas, aunque no te estés dando cuenta.
    La mama de Javier lo tiene también muy claro (como tu): " Por suerte son muchos más los momentos de felicidad"
    Son unos benditos,seguramente nunca conocerán la maldad, y su pequeña cabecita irá creciendo y llenándose de habilidades, gracias al inmenso amor de los que les queremos tanto.
    Besos

    ResponderEliminar